En un mundo donde los datos viajan más rápido que nunca, el factchecking –o verificación de hechos– se ha convertido en una herramienta esencial para combatir la desinformación y fortalecer la democracia. En Ecuador, donde las redes sociales y la polarización han amplificado los rumores y noticias falsas, el reto de distinguir lo cierto de lo falso es más urgente que nunca.
El factchecking ha ganado relevancia en todo el mundo gracias al auge de las redes sociales, que permiten la difusión masiva de información no verificada. Ecuador no es ajeno a este fenómeno: durante eventos clave como elecciones, protestas o debates públicos, las noticias falsas y los datos manipulados se viralizan con rapidez, moldeando la opinión pública.
Además, la velocidad con la que se comparten contenidos dificulta el trabajo de los verificadores, quienes deben contrastar hechos en tiempo récord sin perder rigurosidad. Esto es particularmente relevante en debates presidenciales, donde las cifras y afirmaciones de los candidatos pueden definir percepciones.
Aunque en Ecuador el factchecking ha comenzado a consolidarse con iniciativas como Lupa Media, GK, Ecuador Chequea y otras plataformas independientes, los desafíos son considerables. Por un lado, está el volumen de información que circula diariamente, y por otro, la desconfianza hacia los medios de comunicación y verificadores. En un país polarizado, incluso un análisis riguroso puede ser interpretado como parcialidad política.
Otro obstáculo es el acceso limitado a datos oficiales y actualizados, a pesar de existir una ley de transparencia. Muchas instituciones públicas carecen de transparencia, lo que dificulta verificar declaraciones o contrastar información. Además, la cultura de la “posverdad”, donde las emociones pesan más que los hechos, sigue siendo una barrera para que el factchecking tenga un impacto significativo en la sociedad.
¿Por qué importa?
A pesar de los retos, el factchecking es crucial. En un país como Ecuador, con una ciudadanía a menudo expuesta a promesas políticas vacías y desinformación, verificar los hechos ayuda a fortalecer la democracia y fomentar el pensamiento crítico. No se trata solo de evidenciar mentiras, sino de educar a la población sobre la importancia de cuestionar la información y no asumirla como verdad absoluta.
Durante los debates presidenciales, por ejemplo, el factchecking permite desmentir cifras falsas o afirmaciones manipuladas en tiempo real, ayudando a los votantes a tomar decisiones más informadas. Además, su impacto va más allá del ámbito político, ya que también contribuye a combatir mitos en temas de salud, economía o medio ambiente, promoviendo un debate público más honesto y responsable.
El camino por recorrer
Para que el factchecking tenga un impacto real en Ecuador, es fundamental fortalecer su independencia y acceso a recursos. Esto incluye fomentar la transparencia en las instituciones públicas, capacitar a los periodistas en técnicas de verificación y, sobre todo, educar a la ciudadanía sobre la importancia de consumir información responsablemente.
El desafío es enorme, pero el beneficio es mayor. Apostar por el factchecking es apostar por una sociedad mejor informada, capaz de construir su futuro con base en hechos y no en rumores. En tiempos de crisis y elecciones, la verdad es más necesaria que nunca, y el factchecking, aunque imperfecto, es una herramienta poderosa para defenderla.