Por Andrea Orbe
Durante seis meses, los vagones del Tren Tayta Imbabura permanecieron detenidos. El silencio sobre los rieles no solo interrumpió un recorrido turístico; también dejó sin ingresos a decenas de comerciantes, artesanos y pequeños emprendedores de los cantones de Ibarra y Antonio Ante, en la provincia de Imbabura.
Este 28 de abril, el tren volvió a rodar. Con un recorrido de 13 kilómetros entre Ibarra y Andrade Marín, la reapertura de esta ruta ferroviaria busca algo más que mover pasajeros: pretende reactivar una economía que se había estancado tras la suspensión del servicio por un descarrilamiento ocurrido en octubre de 2024.
Un impacto directo en los bolsillos
“Desde que el tren paró, nuestras ventas cayeron a menos de la mitad”, aseguró una vendedora local a Primicias durante el plan piloto del servicio, realizado en el feriado de Semana Santa. Como ella, al menos 100 comerciantes se vieron afectados por la paralización del tren, que hasta antes del incidente recibía a miles de visitantes cada mes, según datos del Municipio de Ibarra. (Fuente: Primicias, abril 2025)
Un intento por reactivar la zona
Para volver a poner en marcha la ruta, el Ministerio de Transporte y Obras Públicas firmó un convenio con los municipios de Ibarra y Antonio Ante. La operación está a cargo de la empresa pública Innova, que emplea a 21 personas, incluidos exferroviarios, según confirmó el viceministro Camilo Ruiz durante el evento inaugural.
Aunque por ahora el recorrido cubre solo 13 km, ya se ha anunciado un proyecto para extender el tramo hasta Salinas, una comunidad afroecuatoriana con alto valor patrimonial y turístico. La inversión estimada para esa ampliación ronda el medio millón de dólares y contempla la renovación de durmientes y ajustes técnicos. (Fuente: El Universo, abril 2025)
Un tren que trae turistas (y esperanza)
Durante el plan piloto de Semana Santa, más de 1.500 personas usaron el tren. Las tres frecuencias diarias (08h00, 11h00 y 14h00) no solo movilizaron pasajeros: también atrajeron de vuelta a compradores para los productos locales, desde textiles hasta dulces tradicionales.
“La diferencia se sintió enseguida. Cuando hay tren, hay trabajo”, señaló un guía turístico citado por El Universo. (Fuente: El Universo, abril 2025)
¿Una solución sostenible?
El reto ahora es mantener la operación sin que el entusiasmo inicial se desvanezca. Expertos como Diego Carranza, consultor en movilidad y desarrollo territorial, han advertido que la sostenibilidad de este tipo de iniciativas requiere planificación a largo plazo. “El turismo ferroviario funciona si se articula con otros servicios: transporte público, oferta gastronómica, rutas culturales. Si no, es solo un paseo bonito cada tanto”, comentó en una publicación técnica en Revista Movilidad & Territorio (2023).
Por ahora, el regreso del tren representa una respuesta concreta —aunque parcial— a una problemática real: la falta de fuentes de ingreso para cientos de familias que dependen del turismo. Si se logra sostener en el tiempo, este modelo podría inspirar a otras regiones a reactivar infraestructura abandonada como motor económico local.