El Leopardo de las Nieves

Por José Antonio Sánchez

En el montañismo existe un reto supremo: alcanzar las cinco cumbres más altas de la antigua Unión Soviética para obtener el título de Leopardo de las Nieves. No es un desafío de turistas, ni siquiera de montañistas experimentados. Es una prueba que exige una mezcla de determinación, resistencia física y, sobre todo, capacidad para tomar decisiones que pueden significar la diferencia entre regresar con vida o quedar sepultado en el hielo.

La política ecuatoriana tiene su propio “Leopardo de las Nieves”: desmontar los subsidios a los combustibles. Una cima que ningún presidente ha logrado conquistar sin quedar marcado por el desgaste, la protesta social y, en ocasiones, la violencia.

El presidente Daniel Noboa ha emprendido una de esas ascensiones difíciles: la eliminación del subsidio al diésel, un costo político que en Ecuador ha sido la tumba de gobiernos enteros. Es un terreno minado por la memoria: protestas, muertos, carreteras bloqueadas, ciudades paralizadas. Nadie ha logrado escalarlo sin pagar un precio altísimo.

Cada gobierno que intentó modificarlo ha terminado enfrentando la furia en las calles.

  • En 1999, el gobierno de Jamil Mahuad subió los combustibles en medio de la crisis bancaria: las protestas fueron una antesala del descontento que lo derrocó meses después.
  • En 2019, Lenín Moreno eliminó los subsidios al diésel y a la extra mediante el Decreto 883: la respuesta fue un estallido social que dejó al menos 11 muertos y más de 1.300 heridos, obligando al gobierno a dar marcha atrás.
  • En 2022, Guillermo Lasso enfrentó protestas masivas cuando intentó subir gradualmente los precios.

Es un terreno marcado por muertos, heridos y fracturas sociales. Una montaña donde el costo de cada paso se mide en vidas humanas y legitimidad política.

Lo paradójico es que todos saben que el subsidio es insostenible, que nunca se encontró cómo focalizarlo y que perpetuarlo significa seguir desangrando al Estado. El subsidio al diésel representan entre 1.100 millones de dólares anuales, según cifras del Ministerio de Economía. Pero desmontarlo, es como quitar una cuerda en plena escalada, es un acto de riesgo calculado o imprudente, que pone a prueba la estabilidad del país y la legitimidad del gobernante.

Hoy, el presidente Daniel Noboa ha decidido avanzar en esa ruta. Consciente de que se trata de una decisión profundamente impopular, ha planteado la eliminación del subsidio al diésel. La medida le da oxígeno fiscal, pero lo coloca en la cornisa: el recuerdo de muertos y carreteras incendiadas no es un fantasma lejano, sino una advertencia real.

La pregunta es inevitable: ¿es un riesgo medible o una imprudencia? Como en la montaña, depende de la preparación, de las alianzas que construya, del apoyo social que logre y de la capacidad de resistir las tormentas.

Como en la montaña, las motivaciones importan: algunos deciden arriesgarlo todo, otros por el bien común, otros simplemente porque la subsistencia no da margen de espera. Lo cierto es que el resultado nunca está garantizado. Puedes coronar la cumbre y obtener el título, o puedes caer en la pendiente más abrupta, sin que importe el esfuerzo previo.

En este sentido, Noboa ha optado por caminar hacia su propio “Leopardo de las Nieves”. Una cumbre que, de alcanzarla, le dará el reconocimiento de haber hecho lo que otros no se atrevieron; pero si falla, quedará como otro nombre en la larga lista de presidentes que intentaron subir y cayeron en medio de la tormenta.

La política, como la montaña, es un espacio donde la valentía se confunde con la temeridad. Y donde el verdadero mérito no siempre está en conquistar la cima, sino en saber que cada paso se dio por una razón que trasciende el miedo a morir en el intento

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