Este domingo, millones de ecuatorianos volveremos a las urnas. Y más allá del nombre que marques, del rostro que elijas o del color que prefieras, debes saber que, cuando votas, no solo estás decidiendo por ti.
Votas por tu familia, por tu comunidad, por los que se van, por ese vecino que todos los días se levanta a las cinco para abrir su tienda. Votas por la madre soltera que busca un cupo en una guardería pública, por los jóvenes que sueñan con una universidad gratuita y de calidad.
Cuando marcas una papeleta, votas también por aquellos que no tienen voz en las campañas ni lugar en los debates: los animales abandonados, los bosques talados, las montañas con minerales, los rios, los pueblos indígenas en aislamiento voluntario, como los Tagaeri y Taromenane, cuya existencia misma está amenazada.



Votas por los pacientes que esperan meses por una cirugía, por los que necesitan diálisis o una medicina que no llega. Votas por los maestros, por los policías honestos, por los agricultores que sostienen nuestras mesas y por los niños que merecen crecer sin miedo.
Este domingo, debes votar por todos.