Barrios sin hambre: Agricultura urbana en Rosario, Argentina.

Periodismo de soluciones

En los años 2000, Argentina vivió una crisis económica que dejó a miles de familias sin empleo y sin acceso a alimentos frescos. En Rosario, una ciudad golpeada por la pobreza y la desigualdad, el hambre se convirtió en una realidad diaria. Pero en medio de la adversidad, surgió una idea simple y poderosa: convertir terrenos baldíos en huertas urbanas.

La iniciativa comenzó con pequeños cultivos en lotes abandonados. Familias enteras se organizaron para plantar verduras, frutas y hortalizas. Lo que empezó como una necesidad se convirtió en un movimiento de transformación urbana. Con el apoyo del gobierno local y organizaciones comunitarias, las huertas se expandieron y hoy cubren más de 300 hectáreas dentro de la ciudad.

Actualmente, más de 2,500 personas trabajan directamente en las huertas urbanas, generando ingresos estables y promoviendo el comercio local. Estas huertas producen más de 2,500 toneladas de alimentos al año, incluyendo lechuga, tomate, acelga, zanahoria y hierbas aromáticas. Los productos se venden en 50 mercados comunitarios y ferias distribuidas por toda la ciudad, lo que garantiza que los alimentos frescos lleguen a precios accesibles a las familias más necesitadas.

El impacto no ha sido solo económico, sino también social. Muchas de las personas que trabajan en las huertas son mujeres y jóvenes en situación de vulnerabilidad, quienes han encontrado en la agricultura urbana una forma de independencia económica y empoderamiento. «Antes dependíamos de la ayuda del gobierno. Ahora, con nuestro trabajo, llevamos comida a nuestras mesas y a la de muchas familias», dice María, una agricultora urbana que lleva más de cinco años cultivando en Rosario.

El éxito del modelo ha inspirado a otras ciudades de América Latina a replicarlo. En Quito, Ecuador, se han implementado huertas urbanas en barrios populares siguiendo el ejemplo rosarino. También en Medellín, Colombia, la agricultura urbana se ha convertido en una estrategia clave para la seguridad alimentaria.

Además de proporcionar alimentos, estas huertas han mejorado el medioambiente. Rosario ha logrado reducir la temperatura urbana en algunas zonas, aumentar la biodiversidad y disminuir la contaminación. Lo que antes eran terrenos baldíos llenos de basura, hoy son espacios verdes llenos de vida.

El programa de Agricultura Urbana de Rosario ha sido reconocido por Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales. Lo que empezó como una respuesta a la crisis, hoy es un modelo de desarrollo sostenible que demuestra que las soluciones pueden venir de la comunidad misma.

En tiempos en los que la inseguridad alimentaria sigue siendo un problema en muchas ciudades, la experiencia de Rosario nos deja una enseñanza clave: la solución puede estar más cerca de lo que creemos, en nuestras propias manos y en nuestra propia tierra.

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